martes, 24 de julio de 2012

Libro cerrado.



A veces dicen que la vida es como un libro, donde vamos escribiendo a grandes trazos las líneas de nuestra existencia, dónde podemos plasmar cada pequeño detalle que nos obliga a ser nosotros mismos y dónde solo nuestros recuerdos permanecen o se van, a nuestra disposición.

A veces hay libros que no desean ser cerrados, y que permanecen clavados en las paredes, como muestras de guerra, a disposición de quien no debe encontrarlas, por el simple gusto de sentir dolor de algún recuerdo ajeno.

Recuerdo al fin y al cabo.

miércoles, 18 de julio de 2012

Intento de rol. Juegos del Hambre Mágicos.



- ¡Tarde!

Como si fuera un grito de guerra, una almohada se estampó contra su cara, cuando se hallaba dormitando sobre las frías sábanas de su habitación, para ella, ese era el lugar perfecto, una brisa fresca colándose por entre las cortinas y un camisón ligero; pero aquel pequeño abrupto la hizo levantarse y sentarse, sus frazadas cayeron al suelo y una pequeña figura la miraba un tanto enojada.

- ¡Días y días dándole vuelta a este asunto y ahora la encuentro aquí! -el elfo chillaba alzando los brazos- ¡Cómo quiera!

Se dió media vuelta y se alejó dando un portazo, la McDougall sonrió y terminó en una risa seca y fría, dió algunos pasos lejos de la tentadora cama y se adentró al cuarto de baño.

El regular chorro de agua fría, al que ya llevaba varios años acostumbrada, terminó por despertarla y se dió un buen baño.

Con una toalla envuelta, revisaba su armario en busca de lo necesario para la presentación e inicio de los juegos, recordaba que no disponía de un expendio de ropa de última moda en el lugar, así que lo poco que encontró tenía que bastarle.

- Después de todo -murmuraba mientras se alistaba- no fuimos uno de los lugares más privilegiados del mundo.

El espejo de cuerpo completo que adornaba su armario, le ayudó a darse un último vistazo en cuanto a su aspecto, suspiró, sus ojos gastados por la soledad y el cansancio le devolvían una azul mirada, acomodó sus mechones castaños, y tensó la mirada al darse cuenta que su piel seguía tan pálida como de costumbre.

- Esto no tiene remedio.

Amicus regresó, justo cuando ella se disponía a salir del cuarto, sus pequeñas y regordetas manos se estrujaban en la polera que llevaba puesta, no se atrevía a alzar la mirada, como un viejo recuerdo de lo que aún le perseguiría de por vida.

- Disculpe -murmuró-

Él ya no era suyo, no le pertenecía, hacía mucho tiempo que había perdido la potestad sobre, quien en otros tiempos fuera, su elfo doméstico, aún así él se escondió y decidió permanecer a su lado, ya no como un sirviente, sino mas bien como un amigo, tal cual fuera el nombre con el que le bautizaron al existir: Amicus.

- ¿Ares y Eris?

- Deben hallarse en el bosque, hace ya varios días que se emrumbaron a Hogwarts.

Evocó una mueca de asco y salió seguida de la criatura, no le guardaba muy buenos recuerdos a ese lugar, escapó de ahí en cuánto tuvo la oportunidad, cuando era mucho más joven, y volver a ese recinto de alimañas no había sido lo planeado, pero no le quedaba de otra, la promesa del poder, la ambición del dinero y el deseo de venganza, le daban lo ánimos suficientes para emprender semejante viaje.

- Regresaré. -soltó al llegar ante la entrada de la vieja cabaña, desgastada por el paso de los años y la miseria- sigue cuidando a Owen en mi ausencia.

Amicus asintió y no dijo nada al cerrarse la puerta, sus grandes ojos oscuros la habían visto regresar de la muerte una vez hacía muchos años, nunca podía permitirse perder las esperanzas, ni siquiera esta ocasión

martes, 3 de julio de 2012

Diálogo Unipersonal V - Buscándome

A veces, no sé que hago con mi vida.

Tengo de esos días donde las cosas marchan bien, donde llego temprano al trabajo, donde puedo tomar un desayuno tranquila. Esos días donde todos te saludan de buen talante, donde sale un poco de sol y no hace tanto frío.

Pero también tengo de estos días.

Días donde lo único que quiero es enterrar la cabeza bajo un gran montón de tierra y simplemente, ponerme a llorar, de dolor, de impotencia, de impaciencia, dolor al fin y al cabo. Dolor acumulado por varias cosas, quizás cosas que no tienen la menor relación la una con la otra, pero se unen, como cuando se alinean los planetas y suceden cosas inverosímiles.

Hoy fue, como algunas veces, uno de esos extraños días.

Días donde por un lado siento que lo dí todo y al mismo tiempo decepcionada de no dar nada valioso.

A veces pienso que no nací con esa... cosa, que nace la mayoría de gente, llamada sentimiento recíproco, llamada empatía, pero ver y reconocer emociones ajenas me atrapa, así que descarto mi tan descabellada idea, para mi llorar y reir es tan fácil como dar un salto al aire, solo basta con estar cerca de alguien afectado por alguna emoción fuerte para que pueda sentir y vivir sus propias sensaciones, como si tuviera un imán clavado en el pecho.

Supongo que solo hablo tonterías.

Luego está el hecho de que quiero gritar, gritar fuerte, hasta que se me canse la voz, hasta quedarme ronca y con los puños engarrotados de hacer tanta fuerza por exhalar sonido, romper mi propio umbral auditivo a punta de dolor y dejarlo salir, para respirar, sin mirar atrás, sin mirar adelante, solo ese segundo. Ser un ente lleno de dolor y dejarlo ir para que no vuelva nunca más.

 No sé que hacer la verdad, no tengo a quien confiar el dolor extraño que me embarga por momentos, esa sensación casi vomitiva que me aprieta las arterias y hace acelerar mi corazón provocando unas punzadas, que si no duelen, al menos retumban lo suficiente como para recordarme que están ahí.

Sé que quizás esto, por escrito, no tiene sentido, pero así es mi cabeza a veces, no tiene sentido. Creo que desde pequeña me fui formando un concepto diferente sobre vivir la vida, sobre querer, sobre amar, sobre darlo todo por alguien, es extraño. Quiero irme a dormir.

Pienso que hago las cosas bien pero no es así, no funciona de esa forma.

Cuando creo que debo responder argumentando en contra de algo, resulta que es mejor haberse quedado callada, porque mi opinión no sirve, es decir, no ayuda, malogra las cosas, empeora y en consecuencia empeoro yo.

Pero otras veces si tengo que hablar, pero no puedo decir exactamente lo que pienso, sino... lo que se necesita saber, nada más, el relleno no importa, las razones y las excusas son solo invenciones del hombre que nunca debieron haber existido, yo solo me debo a eso y no hay que interpretar más.

"Sí" es "no" y "no" es "sí", aunque a veces "sí" sea "sí" y "no" sea un "tal vez", aunque la mayoría de veces "no" es "ni lo pienses" y "sí" se vuelve en un "a ver quiero que lo intentes", pero al final de todo resultaba que "sí" seguía siendo "sí" y "no" seguía siendo "no", aunque hubiese sido mejor que sí ¿verdad? Y claro, eso significa que no. O algo por el estilo.

Y no ando confundida.

Soy muchas cosas, eso lo aprendí hace tiempo, cuando encontré una sola palabra que me definía, no sé en qué andaba pensando. Podría ser que soy distraída, y con ganas, como si viviera para ello, pero en ocasiones también me concentro tanto que pierdo la noción de lo demás, otras veces solo digo las cosas tal y como las pienso, tal cual pasan por mi cabeza y para mi es así, y si digo A es porque quiero decir A, no porque intentaba sonar a B, solo quise decir A, lo siento, no pensé que creerías que quería decir B, no era mi intención, solo decía A ¿sabes? es una A muy inofensiva, lo juro.

La vida es tan sencilla, la gente es la que lo complica. Yo no lo complico, yo solo quiero vivir sin complicar a los demás, quiero que me dejen respirar sin que anden preguntando a que se deba que respiro una vez cada dos segundos y no dos cada tres segundos, es más fácil explicar porque respiramos que el por qué tendríamos que hacerlo de una forma y no de otra. Me gusta respirar.

Una cuerda floja, ¿saben lo difícil que es andar sobre una? Yo lo sé a veces, me da vértigo, por cierto, las alturas siempre me han asustado, aunque no siempre la cuerda floja está sobre 10 metros por encima del suelo, eso no lo puedo asegurar, me asusta tanto mirar abajo que quizás sea que solo esté a 10 centímetros y yo siga creyendo que está a 10 metros.

Entonces, ¿yo iba hablando de algo en concreto? Creo que íbamos a hablar de dolor. Esa cosa rara que me da en el pecho, ese ardor a la altura de la garganta, ese brillo en los ojos que no se puede evitar, cuando solo me queda apretar los dientes para tragármelo antes que me gane la emoción.

Pienso que hago las cosas mal, no nací para esto, no nací para ser una buena persona, ni siquiera sé si nací para ser un buen ser humano, suelo equivocarme muchas veces, suelo decepcionar a mucha gente, no es novedad, mucha gente se queda en el camino esperando algo de mí que nunca tendrá, algo que en verdad me gustaría darles, pero no puedo. Y quisiera.

Pero ya está, termino pateando las cosas que no logro terminar y me terminan dando la espalda, me esfuerzo, no lo niego, en hacer las cosas bien, pero... una persona necesita algo más que esfuerzo, necesita cosas concretas, necesita un hecho concreto que le demuestre que soy capaz, intentar solo deja las cosas en el aire, intentar, al fin y al cabo, mata muchas ilusiones.

Ilusionarse, tan sencillo que es, yo quiero cerrar los ojos e imaginar que las cosas nunca van mal, que cada mañana tendré un buen día, que no me falta dinero y que no tengo problemas en mi casa, quiero ilusionarme pensando que no solo soy una buena persona, soy una gran persona, el mundo cree en mi, los que me aman creen en mi. y yo... yo no puedo creer en mi muchas veces, creo que ese es el problema.

Me he equivocado tanto, he fallado tanto creyendo encontrar lo correcto en el camino, que cuando me he chocado de nariz contra una triste realidad que debo asumir, simplemente he terminado por encogerme, rogando que mi vida pase, que el mundo se vaya, que me dejen sola, que nadie me escuche gritar, que nadie me escuche reclamarme a mi misma que...

A veces, no sé que hago con mi vida.

Breathe or not?





Respirar
puede ser a veces,
una situación no indispensable.

Cuando hay cosas,
sin duda,
mucho más importantes.

Cuando hay que esperar una llamada,
un mensaje,
y hasta un adiós.

Respirar,
en ocasiones,
no es indispensable.

Estar atento a un simple gesto,
y esperar,
solo esperar sin respirar.

Como si lo demás,
hubiese quedado atrás.

Como si respirar,
no fuera una cosa tan importante.