Diez hipogrifos se balanceaban sobre la tela de una acromántula, como veían que resistían, fueron a llamar otro hipogrifo más...
El sol brillaba fuertemente, demasiado para su gusto, pensó incómoda girando por un callejón y refugiándose en la penumbra, aquel clima de verano siempre la ponía de malas.
Miró de reojo a la salida del callejón, los magos y brujas iban y venían por la avenida de las calles de Ottery, acomodando su cabellera castaña tras su espalda dio un par de pasos al frente cuando un ligero ardor en el brazo le provocó una mediana sonrisa.
- Parece que ya es hora de desayunar
Sacó del cinto su varita, aquel núcleo de nervios de corazón de basilisco vibró internamente, mordió ligeramente su labio inferior cuando de una floritura rápida desapareció del lugar.
Casa llena, los rostros nerviosos de los habitantes no dejaban de observarse unos a otros, ya no podían huir, no sin morir primero.
- Un auror chiquitito quería volar...
Su cuerpo se materializó al lado de uno de sus compañeros, la ojiazul recorrió la estancia enfocando su vista en uno de los hombres más jóvenes y que al parecer tenía las agallas de enfrentarles.
- Patético -susurró con una mueca irónica-
Varios de ellos sacaron sus varitas y el silencio parecía a punto de irrumpirse en cualquier segundo, la arpía dio un par de pasos al frente riendo en silencio.
- Y qué... ¿me extrañaron?
El sol brillaba fuertemente, demasiado para su gusto, pensó incómoda girando por un callejón y refugiándose en la penumbra, aquel clima de verano siempre la ponía de malas.
Miró de reojo a la salida del callejón, los magos y brujas iban y venían por la avenida de las calles de Ottery, acomodando su cabellera castaña tras su espalda dio un par de pasos al frente cuando un ligero ardor en el brazo le provocó una mediana sonrisa.
- Parece que ya es hora de desayunar
Sacó del cinto su varita, aquel núcleo de nervios de corazón de basilisco vibró internamente, mordió ligeramente su labio inferior cuando de una floritura rápida desapareció del lugar.
Casa llena, los rostros nerviosos de los habitantes no dejaban de observarse unos a otros, ya no podían huir, no sin morir primero.
- Un auror chiquitito quería volar...
Su cuerpo se materializó al lado de uno de sus compañeros, la ojiazul recorrió la estancia enfocando su vista en uno de los hombres más jóvenes y que al parecer tenía las agallas de enfrentarles.
- Patético -susurró con una mueca irónica-
Varios de ellos sacaron sus varitas y el silencio parecía a punto de irrumpirse en cualquier segundo, la arpía dio un par de pasos al frente riendo en silencio.
- Y qué... ¿me extrañaron?