La música era completamente estridente, lanzó un último vistazo a la puerta y se acomodó en el sillón de la habitación, el libro en sus piernas pasaba de página mientras disfrutaba de la entretenida lectura, tratando de ignorar la bulla externa.
Con un golpe sordo la puerta se abrió, alzó la vista sin moverse y regresó a su libro, era el primo de su mamá.
- Hola
El hombre la saludó pero ella trató de no inmutarse y proseguir con su lectura, se sentó al lado de ella y fingió estar interesado en lo que hacía.
- Es un libro muy bonito
- Sí -soltó pasando la página-
- ¿No vas a la fiesta?
- No... prefiero estar aquí
- Entonces me quedo a hacerte compañía
Aquel aroma nauseabundo de alcohol rozaba contra su mejilla, ahora quería salir de ahí a como fuere.
- Hey niña
- Dígame
Quizás debió haberlo previsto.
El cuerpo pesaba, demasiado, el hedor producto de la cerveza ahora bloqueaba su respiración, esos labios apretaban con fuerza contra los suyos y ella solo miraba la pequeña bombilla que brillaba en lo alto del cuarto, unas manos toscas la sujetaron de las manos botando el libro al suelo, quizás pensó que intentaría safarse, pero completamente absorta en el miedo era incapaz de hacer algo.
Él se separó de ella y quedó mirándola por unos segundos, quería llorar, no sabía porque pero quería hacerlo, ¿por qué hizo eso? Miró sus manos y notó que llevaba marcas de lapicero en ella por haber estado dibujando.
- Creo que... debo ir a lavarme las manos o mamá se molestará.
¿Mamá se molestará? ¿Desde cuando se le ocurría una frase tan absurda?
Pero su mente parecía no querer procesar nada más.
Salió del cuarto y avanzó hasta la sala, el amplio lugar estaba atestado de tios, primos, abuelos, casi toda la famila reunida bailando, divirtiéndose y tomando, la pequeña corrió hacia un sillón un poco lejos de la gente y se acurrucó ahí, su madre se acercó y sobó su cabeza.
- ¿No estás cansada hija? Deberías ir a dormir al cuarto.
Negó con la cabeza y se abrazó a sus piernas.
- ¿Estás bien?
- Sí, es que quiero quedarme aquí.
Abrigada por la algarabía trataba de ignorar aquellas inmensas ganas de llorar.